Finge una sonrisa.

¿Les pasa que cuando ven a unos niños o adultos abrazarse amorosamente sienten amor? Bueno, a mí frecuentemente y esto es porque tenemos “neuronas espejo” en el cerebro y éstas nos contagian los sentimientos de los demás como si fuera un virus. Por esta razón es importante hoy más que nunca tomar consciencia de tus emociones y de la información que estás escuchando, el ambiente y conversaciones que estás creando en tus espacios y con otros.

La neurociencia ha demostrado que el cerebro humano está diseñado para experimentar sincronía con el entorno. Einstein tenía razón al decir que la sensación de ser entes aislados es una ilusión de la consciencia. Las neuronas espejo advierten lo que las otras personas están sintiendo y evocan ese mismo sentimiento en nuestro cuerpo.

Cuando vemos a alguien alegre, sonreímos, cuando vemos a alguien triste, fruncimos el ceño, lo hacemos de manera inconsciente y a una velocidad sorprendente. No podemos evitar percibir las emociones de los demás, ni imitar las expresiones ajenas, en realidad experimentamos los sentimientos de las otras personas como si fueran propios. Con solo oír a alguien gritar de rabia, se nos activan las mismas alarmas y áreas del cerebro que delatarían actividad que estuviéramos enojados y por el contrario pasa lo mismo cuando reímos. ¡Todas las emociones se contagian!

Esta información puede asustar a algunos si la paz y la alegría no son las emociones frecuentes en estos momentos, pero aun así es una buena noticia para gestionar y tomar consciencia de las emociones recurrentes, gestionarlas, educarnos emocionalmente y ser más empáticos, ya que estamos programados para experimentarla, pero muchas veces no lo vemos o sentimos ya que hemos puesto niebla o barreras que no nos permiten ver que el otro es simplemente nuestro espejo y que lo que le pasa a ese otro, sea quien sea, me afecta ya que no existe la separación, todos somos uno y venimos del mismo lugar.

Como dice una frase: “La única relación auténtica y verdadera que vamos a vivir a lo largo de toda nuestra vida es la relación que mantenemos con nosotros mismos. El resto de las relaciones no son más que un juego de espejos y proyecciones”. Jiddu Krishnamurti.

Entonces lo que podemos hacer es pararnos a pensar ¿Cómo está la relación conmigo misma(o)? ¿Cómo NOS sentimos al respecto? y utilizar ese conocimiento para superar con éxito el primer paso de la educación emocional: definir y conceder valor a los sentimientos tuyos, de los otros, etc. Una excelente forma de expresar empatía sería comentar en voz alta lo que estamos sintiendo al identificar las emociones, ya que éstas no son ni buenas ni malas, simplemente son y nos dan cuenta de algo en nuestras vidas.

Y esto no es todo, como dice una frase que escuché una vez por ahí “Fíngelo hasta conseguirlo”.

Las expresiones faciales, por sí mismas, nos hacen sentir la emoción que reflejan. Si arrugas la nariz y entornos de ojos como si estuvieras enojada(o), tu cuerpo liberará adrenalina, e incluso es posible que el pulso se te acelere como si de verdad estuvieras molesta(o). Es por eso que es bueno sonreír, aunque no tengas ganas. Por forzado que parezca, la ciencia respalda la idea de que un mínimo gesto nos hará sentir mejor. Una expresión facial, incluso en ausencia de la emoción que refleja, basta para provocar cambios apreciables en nuestro sistema nervioso autónomo.

Finge una sonrisa. Hoy más que nunca debemos SONREÍR y tratarnos con AMOR.

Te invito a conectarte con esta emoción estés donde estés, estando sola o acompañada y así podrás elevar no solo tu vibración, sino que la de todos los que te rodean.

Te deseo mucho amor y alegría.

 

Valentina Castro Besa.

Coach Ontológico Integral y Master Reiki.

@valecastrob_  @movimientoilumina

 

 


Publicación más antigua Publicación más reciente

Dejar un comentario

Por favor tenga en cuenta que los comentarios deben ser aprobados antes de ser publicados